Historia de Cariari – Segunda Parte

Cómo se construyó el camino de Cariari.

José Manuel Salazar Navarrete

Especial para Cariari vive.

El principal obstáculo natural era el río Tortuguero, más allá del cual no había desarrollo alguno. En la ribera derecha del río, al Sur del mismo, sólo estaba un agricultor establecido: don Fernando Gamboa, quien dio la mayor  cooperación y facilitó el terreno en que se estableció, en grandes tiendas de campaña, el campamento del equipo de topografos del ITCO.

Al otro lado del río se encontraba la inmensa extensión de tierras del Cariari actual. El impedimento de paso que significaba el río Tortuguero se resolvió mediante la construcción de un llamado «vado» o puente consistente en cementar el cause y fondo del río. Esto lo hizo el ITCO de la manera más práctica y rápida.Los materiales para esa solución costaron a la institución apenas veintiseis mil colones.

Desde San José el jefe de topógrafos del ITCO el ingeniero Carlos Delgado, dirigió también a lo largon del año 1964 el equipo que sobre el terrenotrabajo en el deliniamiento de los caminos del asentamiento que habría de quedar  al otro lado del río, al Norte de éste.

Allí se trazo una simétrica red de muchas decenas de kilómetros de vías que debían dar frente a todas las fincas, muchos centenares de ellas.

Se decidió que las parcelas serían de 20 hectareas (es decir que tendrían un tamaño de cerca de treinta manzanas), trazadas así: cada una con trecientos treinta y tres metros de frente y seicientos metros de fondo.

Si se pudieran ver desde gran altura aparecerían ahora como un inmenso cuadriculado, de bloques y más bloques de fincas adyacentes la parte de atrás de cada fila ellas dando, como quien dice espalda con espalda, con la parte de atrás de las fincas de la fila vecina. Y todas con frente a un camino.

Hay, como arteria principal, una carretera ancha de acceso central que arranca en el vado del río y se adentra por decenas de kilómetros hacia el Norte.

Desde esa carretera central, cada mil doscientos metros , es decir en segmentos que miden dos veces la longitud que tiene de fondo cada parcela, salen perpendicularmente hacia la derecha y la izquierda numerosos caminos- los llamados trasversales- que forman los frentes de las fincas y dan salida y comunicación a todas ellas.

Fue gigantesca la tarea de construcción de los caminos centrales y laterales con sus innumerables puentes y alcantarillas. Estas fueron tan numerosas que se requirió que la institución instalara en Cariari su propia fábrica de tubos de concreto.

Sobre las abundantes quebradas y ríos medianos y pequeños  los puentes se hacían tendiendo juntos  enormes troncos de árboles, labrados en toda su extensión para quitarles su forma redonda y tuvieran un contorno rectangular. Una vez colocados uno a la par de otro  se cubrían con dos niveles de tablones de maderas duras  aserradas, tan resistentes que hacían posible el constante paso  de camiones rebosantes de carga . En Cariari esta labor , la de dirigir el lastrado de los caminos, la construcción de esos puentes y de las alcantarillas , estuvo a cargo  del ingeniero topógrafo Miguel Ángel Cordero, quien al igual que en los extensos asentamientos de Río Frío, Coto Sur y Coyolar la desempeñó con impresionante efectividad, de una manera que fructificó en construcciones de perdurable y duradera solidez.

El ITCO fue la primera institución que instaló un sistema de radio con alcance a los más lejanos confines del país. Cada sitio de trabajo sin falta  debía de informar a la gerencia al finalizar la labor diaria el avance logrado. Lo primero que consideraba mi deber hacer , al llegar en la mañana a mi oficina, era ver los mensajes , llamados «Itcogramas». Con cotidiana puntualidad recibía siempre firmados por Jerónimo Venegas, los informes del progreso diario en centenares de metros de avance  en la construcción del vado y de la vía principal de Cariari.

Una comunicación diferente fue la que leí uno de esos días. El señor Venegas manifestó:»Esta mañana,  las 5 am salió de la montaña y pasó en medio del campamento una gran manada de chanchos salvajes.»

Eran frecuentes los sucesos relacionados con animales de la selva y conviene citar aquí algunos de esos episodios para dar idea del ambiente del Cariari del comienzo. Un día en que visité a don Fernando Gamboa me relató que la semana anterior él iba en un «jeep» con la familia de un colono cuando vieron que frente a ellos pasó una becker, es decir una boa contrictor , una especie de culebra  que es la más grande que existe en el país, la de mayor grosor y fuerza  aunque no es venenosa. El detuvo el vehículo y, gracias a su experiencia , no la dejó internarse  en la espesura, pues la agarró de la cola y le dio un rápido tirón que la dejó en medio de la calle. Eso hizo que un muchacho de unos 18 años de edad , hijo del colono, creyera que podía hacer algo semejante  y le puso las manos en la mitad del largo cuerpo. La boa de inmediato le mordió el brazo y sin aflojar sus mandíbulas se le arrolló en todo el  cuerpo. Lo estaba apretando desde el tranco hasta los pies. La cola la tenía enroscada en uno de sus tobillos. El muchacho de pie daba vueltas , sangrando y gritando ¡quitenmela! ¡quitenmela !

Entre el señor Gamboa, que atenazó a la bécquer por la garganta, y media docena de otros hombres que acudieron , al cabo de un buen rato de ruda lucha  con el enfurecido animal logrron liberar al imprudente jóven.

En una de mis giras visité una de las primitivas viviendas y me encontré con que en esa casa permanecía en cama un hombre, hijo del colono que vivía ahí. El muchacho había sido mordido por un tigre. Pregunté ¿Cómo fue eso? el propio paciente me mostró que a los lados de a planta del pie se veían las serias heridas causadas por los colmillos de la fiera. Me explicó que el había salido armado con una escuadra , acompañado por su perro. Éste sintió el tigre y lo persiguió hasta que el animal se subió a un árbol inclinado. Cuando el improvisado cazador llegó le disparó al felino y lo hizo caer, pero al ver que en suelo le estaba matando al perro se lanzó a patear al tigre. La fiera se defendió con un poderoso mordisco en la bota de hule negro y le produjo heridas en ambos lados de la planta del pie. El hombre terminó de disparar desde corta distancia a la cabeza del felino los tiros que le quedaban. Ahí estaba él acostado en un catre desde hacía tres días. Le habían curado el pie sólo con agua, alcohol y mercurocromo. Les explique el serio riesgo de una infección y del posible agravamiento de las heridas. Hice que lo acomodaran en mi vehículo y lo llevé de inmediato a Guápiles para que recibiera atención médica.

Los más fecundos en narrar sobresaltos, sustos y anecdotas sobre culebras eran los topografos. Por ejemplo, uno de ellos, que lanoche anterior había regresado de Cariari me relató lo siguiente. El se preciaba de ser el mayor proveedor de ofidios para el labratorio de bacteriología del Hospital San Juan de Dios, Sñolo les traía serpientes de gran tamaño que sucitaran la admiración de los científicos del Hospital. Con ese propósito había capturado en la densa selva atlántica dos enormes serpientes terciopelo. Las puso para traerlas en un saco de gangoche que cerró con una cuerda fuertemente anudada. Esos especímenes, tal como él los llamaba, se quedaban quietos y en el saco parecía que venía una buena porción de carne. Trayendo esa carga se vino en tren hasta Turrialba donde había dejado guardado el «jeep». Puso el saco en la parte de los asientos traseros del vehículo y arrancó hacia San José. Eso si de camino se detuvo en una pandería para hacer una sabrosa compra que llevaría a su casa.

Agregó: ¡Figurense: salí de la panadería y al volver al «jeep» me di cuenta de que me habían robado el saco!

Siguen en Historia de Cariari tercera parte.

Segunda Parte de la serie:

Historia de Cariari – Primera Parte

Historia de Cariari – Segunda Parte

Historia de Cariari – Tercera Parte

Historia de Cariari – Cuarta Parte

Historia de Cariari – Quinta Parte y Final

Publicado por jorgehjimenez

Economista y estudioso de América Latina en lo Social y Económico. Nací en San Pedro de Montes de Oca y residí en San José hasta los 30 años. Ahora resido en Curridabat, en Barrio Freses Nª I 12, mi telefono es el 283 18 13. Estudié en la Escuela Juan Rudín y en el Colegio Seminario, la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional.

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